Lo bueno, lo no tan bueno y lo increíble de ser niñera

 
 

Historias de niñeras en primera línea

A lo largo de mi carrera como niñera, he hecho muchas amigas niñeras. Todas han sido muy amables a la hora de compartir las pruebas y tribulaciones de ser niñera, ¡historias que van de lo asombroso a lo espantoso! Hablamos de nuestras experiencias, con la esperanza de arrojar luz sobre el sector del cuidado de niños, para determinar sus puntos fuertes y sus necesidades de mejora. Empiezo con mi propia historia:

 

Lo bueno:

He podido ganarme la vida como madre soltera durante quince años. Mi hija está ahora en la universidad y tiene dieciocho años ahora, empecé a trabajar como niñera cuando ella comenzó el jardín de infantes. Siempre he ganado un buen sueldo y las familias a las que he atendido siempre han sido generosas y amables conmigo y con mi hija.

 

Lo no tan bueno (o como me gusta decir: Vive y aprende)

A lo largo de los años he tenido varios percances. Aunque fueron malas experiencias, aprendí de ellas y las convertí en lecciones para mí y para los demás. La lección más importante la aprendí en mis primeros trabajos. Acepté los puestos de mis nuevos empleadores con unos parámetros muy poco precisos y sin hablar mucho de ellos. Sólo sabía cuántas horas a la semana trabajaría, dónde trabajaría y el horario que tendría. Nunca me molesté en preguntar por los días festivos federales como Navidad, Cuatro de Julio, Acción de Gracias, etc.

En marzo de 2002 acepté y empecé un nuevo trabajo. Todo iba muy bien hasta que a principios de diciembre me enteré de que la familia se iba a Hawai a pasar dos semanas en Navidad. Me dijeron que no me pagarían por el tiempo que estuvieran fuera. Le expliqué a la madre jefa que si no trabajaba no comería. Se enfadó mucho, no lo entendía. Cuando recurrí a las súplicas, extendió un cheque por las 2 semanas y lo tiró al suelo para que yo lo recogiera. Nunca me había sentido tan humillada. Recogí el cheque, lo dejé en la mesita, me despedí de la niña y me fui llorando. Más tarde, esa misma noche, se dieron cuenta de que no había cogido el cheque y papá jefe me llamó explicándome que mamá jefa había tenido un día muy duro en el trabajo. Me pidió disculpas y me rogó que volviera a por el cheque. Así lo hice. Mamá jefa me esperaba en la puerta con los brazos abiertos, una bonita tarjeta y el cheque. En todas las entrevistas que hice después de aquello dije a los posibles empleadores que esperaba cobrar las 52 semanas del año, independientemente de que la familia estuviera de viaje. Después de aquella experiencia, lo máximo que he cobrado mientras una familia estaba de viaje han sido catorce semanas. Fue maravilloso.

 

Lo increíble:

No puedo ni contar ni empezar a contar todas y cada una de las cosas maravillosas que me han pasado como niñera. Lo primero y más importante, el amor incondicional que me ofrecieron los niños a los que cuidé. Sus abrazos, besos, mimos, incontables horas de juego, de verlos crecer, empezar a hablar, a andar, llamándome por mi nombre. Las miles de horas de lectura de libros, paseos en cochecito, visitas a parques y bibliotecas. El mundo intangible de nuestros corazones y los recuerdos que guardaré para siempre. Compartiré detalles más adelante en el blog dedicado a mis diarios de niñera, los detalles de cada niño.

Los viajes o lo tangiblemente asombroso: Una de las partes más increíbles de ser niñera son los viajes. Aunque al principio de mi carrera no podía acomodarme mucho, al final pude empezar a viajar con familias. Estoy muy agradecida por esa habilidad porque cuando viajas tus ojos se abren al mundo y concluí que este es un mundo pequeño pero hermoso. Allá donde iba hacía amigas niñeras y todas compartían los mismos objetivos, situaciones y experiencias. Mis trabajos de niñera me han llevado a Hawai, Nueva York, el sur de Francia, Sydney, Australia, Montreal, Londres, México y la lista continúa. No sólo los lugares eran espectaculares, sino que los viajes también eran extravagantes. Volar en aviones privados y alojarme en los hoteles más lujosos del mundo era toda una experiencia.

Sin embargo, lo que me mantiene como niñera son las experiencias intangibles. Todo el amor que cada niño compartió conmigo y los dulces recuerdos. Mi satisfacción es saber que he llegado a una familia y que he influido en su vida para siempre. Porque ese niño fue tratado con reverencia y respeto mientras yo fui su niñera. Siempre será la alegría de mi vida compartir mi vida con todos ellos.

 

¿Le gustaría aparecer en este blog? ¡Envíame tus historias! ¡Quiero escucharlas! Otras niñeras quieren oírlas, ¡somos una gran familia unida!

¿En qué país reside y trabaja? ¿Cuánto tiempo lleva de niñera? ¿Cuántos niños tienes a tu cargo? ¿Qué es lo bueno, lo no tan bueno y lo increíble de tu trabajo de niñera? ¡Gracias por compartirlo con nosotros!

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